(Ramón) Me gusta preparar los viajes con tiempo y creo que hay que ser muy precavido y cuidadoso cuando se sale a la montaña, de alpinismo, de escalada, o con la bici de montaña. Es un seguro de éxito.
Pero a veces, muy pocas veces, se te presenta una oportunidad, una de esas para la que no estás preparado, no tienes tiempo y, además, igual hasta que ya has quedado para alguna otra cosa. Que digas sí o no es cosa de un par de días; que digas que no puede ser que no vuelvas a tener la oportunidad, que digas que sí sabes que puede salir mal … A mí me ha salido bien.
Pues eso, que con eso de que el noruego Roald Amundsen “conquistó” el polo sur hace cien años (14 de diciembre de 1911), a principio de Diciembre me invitaron a visitar la Antártida para el año nuevo.
Y para allí que me fui el 3 de enero, hacia Ciudad del Cabo, para pasar justo tres días (70 continuas horas de un frío sol radiante) en los alrededores de TROLL, la estación de investigación que tiene el NORWEGIAN POLAR INSTITUTE en la zona de la Antártida que reclama Noruega para si en el ANTARCTIC TREATY (http://www.ats.aq/e/ats.htm) y que llaman DRONNING MAUD LAND.
Obvio que el viaje hasta Sudáfrica era por mi cuenta, pero a partir de allí, todo fue excepcionalmente organizado por la gente de la estación de recepción de satélites que tiene el instituto noruego de TROLL.
El viaje a Ciudad del Cabo y de vuelta lo hice con British Airways por el infierno de Heathrow (seguramente el peor aeropuerto del mundo) que por supuesto me hizo perder las conexiones en los dos sentidos. Menos mal que me voy conociendo bastante los aeropuertos y que utilizo toda la cara y los trucos que me sé cuando me encuentro en estas situaciones, pero con eso y con mucha suerte conseguí volar tres horas más tarde.
Pero eso no tiene más interés que la anécdota y no pienso darle ni una palabra más.
4 de enero de 2012 – Ciudad del Cabo
Llegué al aeropuerto a eso de las nueve de la mañana, de allí al hotel a olvidarme de la especie de invierno este que tenemos en Europa, un buen desayuno (¡viva la fruta tropical!) y a TABLE MOUNTAIN(http://en.wikipedia.org/wiki/Table_Mountain), la célebre montaña de Ciudad del Cabo de cumbre plana de unos 3 km de lado a lado, que tiene una altitud de 1000 m justo encima de la ciudad. La subida y la bajada las hice en telecabina (ya, podía haberla hecho a pie) pero la caminata y las vistas en la cumbre fueron impresionantes.
Vuelta al hotel. Teníamos el primer encuentro con la “expedición” en el que nos contaban el plan de viaje, la organización y el plan de vida en TROLL, nos distribuían la ropa que nos habían preparado para sobrevivir en el hielo y nos convocaban a cenar en WATERFRONT de la ciudad. Confirmaron que las condiciones atmosféricas eran optimas para salir a las 22:00 horas del día siguiente, y sin creernos mucho eso de que íbamos a dormir en tiendas de campaña montadas directamente sobre el hielo, nos fuimos a probar la ropa a la habitación.
Con el aire acondicionado a tope aguanté lo justo para comprobar que no me veía mal de noruego (contrariamente a la creencia popular, los noruegos no son tan altos o rubios como se les pinta, pero sí tan vikingos y tan «easy drinkers» como se les supone) y echar la foto al espejo.
Muy bien la cena, excelente el pescado y marisco, muy buen regada con vino sudafricano.
5 de enero de 2012 – Ciudad del Cabo (Sudáfrica)
Después de un buen desayuno en el hotel (me encanta la fruta tropical, por si no lo había dicho), una vuelta por la zona turística del WATERFRONT y el puerto (siempre con el fondo imponente TABLE MOUNTAIN), para luego recargar las baterías térmicas en la playa por la tarde.
El cono sur de Africa está flanqueado por una corriente fría, de sur a norte, hacia el Atlántico, y una corriente cálida, de norte a sur, en el este, proveniente del Índico. El agua de las playas de alrededor de Ciudad del Cabo es fría y limpia, el sol del hemisferio sur, fortísimo. Cuidado con él que quema mucho más que el del norte.
A eso de las siete salíamos preparados para el aeropuerto con las bolsas del equipo de hielo y poco más que las cámaras de fotos. Y a eso de las diez y media (aprovechamos el «duty free» del aeropuerto para asegurarnos un par de buenos gintonics en la Antártida) partíamos del aeropuerto de Ciudad del Cabo rumbo sur en un jet de once cómodas plazas y tripulación.
El regalo que nos trajeron los Reyes Magos, en su noche mágica, fue la llegada al excepcional mundo antártico, con ese sol radiante y frío que permaneció con nosotros los tres días.
6 de enero de 2012 – Troll (Antártida)
Desde el momento que amaneció, en algún momento de las cinco horas de viaje, las vistas empezaron a ser espectaculares.
Plataformas heladas flotantes con, de vez en cuando, algún iceberg desprendido del ice shelf de lo que debian de ser tamaños descomunales.
El paisaje fue cambiando al hielo sólido del Ice Shelf y, más al sur, el aparecer de las primeras cordilleras montañosas, signo evidente de tierra firme.
El aterrizaje fue perfecto, la pista, con suelo de hielo triturado, era solo para nosotros (y me imagino que así seguiría siendo durante algún mes más). El descenso de la escalerilla y el contacto con este lugar del mundo, emocionante.
Eran las dos de la mañana. Nos esperaban con el tractor oruga que iba a ser nuestro vehículo favorito durante las próximas 70 horas.
En unos cuarenta minutos de desierto helado, unos veinte grados bajo cero y un sol brillante llegamos al instituto, comimos algo (quiero decir que desayunamos) y nos acomodamos en nuestra «habitaciones» para dormir algo.
La tarde la dedicamos a subir a las montañas circundantes donde TROLL tiene las antenas de comunicación por satélite con el resto del planeta y las de recepción de datos de satélites medioambientales de órbita polar.
See Track
7 de enero de 2012 – Troll (Antártida)
En el día siguiente, después de lograr salir del maravilloso saco de dormir e intentar sin nigún éxito beber agua de la botella que se había quedado completamente congelada dentro de la tienda, nos pegamos un muy buen desayuno y salimos hacia las montañas más altas de la zona.
See Track
Es muy difícil hacerse una idea de la magnitud y las distancias en un escenario tan extraordinario en el que la increible limpieza del aire dibuja tan nítidamente el horizonte.
La masa de hielo que cubre la Antártida, y que representa más del 60% de toda el agua dulce del planeta, tiene una dinámica única. Es curioso que se aprecie sistemáticamente un descenso de nivel desde hacia las paredes montañosas, como lo explicaría la diferencia de temperatura de brillo a la que el hielo está expuesto, mucho menor cuando está a cielo abierto.
No deja de ser aún más curioso la relativa acumulación de rocas de todas formas y tamaños sobre la superficie helada, que, por por una menor densidad, las saca el hielo a flote y las mantiene durante años hasta que por un cambio puntual del hielo de debajo, se las engulle de forma repentina, para volverlas a escupir algún tiempo posterior.
También junto a las montañas se pueden producir zonas de deshielo en la que se forman tanto estanques en los pocos pájaros que anidan en estas zonas (hemos de recordar que esta es la primera tierra firme que se encuentran estas aves después de más de doscientos kilómetros de hielo desde el Ice Shelf.
O paredes verticales de hielo.
Aque día se preparó una cena extraordinaria, un poco por nosotros y otro poco por el centenario de Amundsen, compartimos historias especiales con el pequeño grupo que reside en el instituto durante los meses de día, y los todavía menos que se pasan los seis meses de oscuro invierno.
Nos acostamos muy tarde, con el esplendoroso sol de todo el día, y después de disolver en el agua caliente del Hottub externo la alcohólica hospitalidad noruega.
8 de enero de 2012 – Troll (Antártida)
Como buen domingo nos levantamos tarde, con el agua y la resaca congeladas, directmente al brunch. Dedicamos el día a visitar el instituto, ver como suministran y gestionan los recursos (sienten orgullo al explicar que es una estación verde y ecológica) y entender las características geológicas de la zona en particular y, en general, de todo el continente. Apredimos más de la dinámica del hielo antártico y de las campañas científicas que se desarrollan.
Y casi sin darnos cuenta nos llegaba el momento de cenar, empacar los trastos, dejar nuestra habitación con vistas, y emprender el camino, por última vez sobre el duro suelo de hielo azul de la Antártida, hacia el avión que nunca dejamos de ver en la distancia.
Y así, después de la despedidas, salíamos a media noche, con el mismo sol brillante que nos había acompañado durante todo el tiempo, rumbo norte. Volvimos a ver las montañas que, como ya un poco más nuestras, reconocíamos una a una; y volvimos a ver la espectacularidad de las masas de hielo rompiendose del Ice Shelf.
9 de enero de 2012 – Ciudad del Cabo (Sudáfrica)
A la vuelta todo el recorrido fue con luz diurna, para llegar a Ciudad del Cabo a desayunar. Me dediqué a visitar el centro histórico de la ciudad y el mercado. TABLE MOUNTAIN estaba espectacular vomitando constantemente una niebla densa a una ciudad que nos había recibido con al menos 27 grados.
Nos volvimos a juntar la expedición a comer en uno de los restaurantes del puerto, con temperatura veraniega y ambiente de vacaciones. De allí nos despedimos cada uno a su lugar de origen, con una gran sonrisa en la cara y muchas cosas que contar. Durante 70 horas habíamos vivido en la Antártida.
Yo, con permiso de Heathrow, tenía un día de trabajo intenso el día siguiente.
Ramón
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